Español | English

Autora | Autorización para usar | Imprimir PDF

¡Decir PARA con tus manos!

Para proteger a las personas con necesidades especiales y discapacidades del abuso, el bullying, agresiones y otros maltratos es necesario comprender qué pueden hacer ellos mismos para proteger su seguridad en relación a otras personas y adaptarse para brindarles habilidades efectivas y estrategias específicas para su situación. El siguiente artículo incluye extractos de ” El libro de Kidpower para adultos comprometidos: autoprotección, confianza, seguridad personal, y defensoría de los jóvenes“. Al igual que en todos nuestros materiales, los nombres e información personal acerca de alumnos han sido cambiados para proteger su confidencialidad.

Terry Brickley, pionero de la accesibilidad

Terry Brickley fue un psicoterapeuta que vivió durante muchos años con esclerosis múltiple y jugó un rol enorme para crear accesibilidad en mi comunidad. Como pionero en la defensa de los derechos de las personas con discapacidad, luchó por los derechos que muchos de nosotros hoy damos por sentados.

Entre sus muchos logros, Terry fundó una organización llamada Adaptability Unlimited. Unos meses antes de morir, llamé a Terry para preguntarle si podríamos compartir su nombre al describir nuestros programas especiales, porque este concepto concuerda al detalle con nuestra filosofía.

Con una creatividad y humor típicos de él, Terry dio vuelta el nombre de su organización y dijo, “No, pero puedes utilizar Unlimited Adaptability”.

Céntrese en las posibilidades y no en las limitaciones

Nuestra filosofía como proveedores de servicios es buscar lo que las personas pueden hacer, y no lo que no pueden hacer. Hemos comprobado que es fundamental evitar suposiciones basadas en las apariencias con respecto a los alumnos al comenzar. Es fácil suponer que una persona joven con una discapacidad física o un retraso en el desarrollo está indefenso.

A menudo los niños y jóvenes con discapacidades tienen disparadores a la hora de aprender cosas nuevas. Suelen creerse indefensos y actuar de una manera en que parecen menos capaces de lo que realmente son. A veces las personas que los conocen, subestiman su capacidad de comprender y aprender.

Nuestros instructores comienzan a trabajar teniendo en cuenta lo que los alumnos muestran poder hacer y luego van adaptándose para que la habilidad funcione con ese alumno, en lugar de tratar de forzar al alumno a que se ajuste a la habilidad. Buscamos posibilidades y crecimiento en vez de enfatizar las limitaciones.

La mayor parte de las prácticas de Kidpower son fácilmente adaptables. Por ejemplo:

Si nuestros alumnos no pueden ver: Le explicamos lo que van a hacer en lugar de mostrarles visualmente, le pedimos permiso para darle indicaciones físicamente o para mover su cuerpo para ayudarle a comprender. Utilizamos un lenguaje como: “Muéstrame qué tan atento estás, girando tu cabeza” en vez de decirle que “miren”. Nos centramos en el uso de sus otros sentidos para percibir los problemas.

Si nuestros alumnos tienen dificultad para hablar: Trabajamos con cualquier dispositivo que el alumno tenga. Practicamos usando tarjetas que ilustren cuál es el problema. Usamos diferentes formas que disponga, para comunicarnos con él.

Si nuestros alumnos utilizan una silla de ruedas: En vez de “párate derecho “decimos “siéntate derecho“ y practicamos las habilidades sentados. Demostramos y practicamos el Poder de Alejarnos Rodando en lugar de simplemente el Poder de Alejarnos, para recordar hacer esto frente a posibles problemas de seguridad. Si estamos enseñando defensa personal les mostramos el Poder de la Silla de Ruedas, es decir cuando pueden utilizar su silla de ruedas como un arma para huir de un ataque.

Si nuestros alumnos tienen dificultad para oír: Trabajamos con sus formas de comunicarse, incluso intérpretes de señas, y nos concentramos en que usen sus sentidos para detectar los problemas. Hacemos que usen el lenguaje de señas, leyendas escritas, dibujos, o actuamos gesticulando sin hablar.

Si nuestros alumnos no pueden mover una parte de su cuerpo: Modificamos nuestro lenguaje para mostrar cómo usar otras partes de su cuerpo o incluso su imaginación para que las habilidades funcionen. Por ejemplo, tenemos un Basurero con una sola mano para tirar las palabras cuando no es posible hacer el Basurero con dos manos. Si el Poder de la Boca Cerrada no funciona, porque un alumno no puede cerrarla, entonces podemos cambiar por Poder de la “Boca Segura”.

Si nuestros alumnos tienen dificultades para la comprensión de conceptos: Usamos un lenguaje muy simple y .consistente. Le mostramos dibujos o modelamos ejemplos muy concretos para mostrar situaciones que le resulten familiares.

Si nuestros alumnos no puede moverse o hablar: Hacemos que su acompañante practique las habilidades por él, así como le ayuda con otras cosas.

Cuando un alumno parece incapaz de utilizar una habilidad, le enseñamos lentamente, en pequeños pasos. Le brindamos tiempo y orientación particular en el momento y simplificamos todo lo necesario.

Supongamos que Trini no puede decir: “Por favor, no hagas eso”. Ella puede aprender repitiendo las palabras de a una a la vez, al principio, con largas pausas entre una y otra.

Si resultara una frase demasiado larga, Trini puede practicar diciendo simplemente “Para”. O: “No.” Si esto tampoco resulta, ella puede emitir un sonido y hacer un movimiento con la mano que signifique parar.

Enseñar mediante la técnica que en Kidpower llamamos “moldeado” suele resultar el mejor enfoque para gente como yo, que aprende a través del movimiento. Con su permiso, nuestros instructores “moldean” los cuerpos de los alumnos para ayudarles a explorar movimientos factibles para ellos.

Supongamos que Marco tiene los dedos de la mano contraídos y su brazo está bloqueado cerca de su cuerpo. Esto no significa necesariamente que Marco no pueda mover su brazo.

Le pediré a Marco que estire su brazo para alcanzar mi mano y que abra los dedos. Si es necesario voy a mover yo misma su brazo suavemente y con mi palma contra la suya empujaré un poco para que sus dedos se abran. De este modo moldeo el movimiento hasta que él pueda hacerlo.

Si eso no funciona, reemplazo el movimiento por otro. El brazo de Marco apenas elevado puede convertirse en un gesto de parar, aun con la mano contraída, especialmente añadiendo la palabra “Para”.

Es importante mantener en mente el objetivo de una habilidad, y no la forma ordinaria en que podríamos enseñar una técnica. Alguien que no puede hacer un Basurero de Kidpower poniendo una mano en la cadera puede imaginarse que tira las palabras a un Basurero, moviendo una sola mano hacia el costado del cuerpo.

En un taller, un muchacho llamado Fede comprendía toda la explicación, pero no podía moverse ni hablar por sí mismo. Su acompañante condujo su silla de ruedas como si fueran por la calle. El instructor hizo como si fuese alguien que pasaba por allí, y les gritó “¡Mira qué deforme!”

La ayudante de Fede atrapó la palabra “deforme”, la tiró a la basura y dijo “¡Fede es genial!”.

¡La sonrisa de Fede iluminó la sala!

Indicaciones físicas

Para los alumnos no videntes o los que tienen dificultades para aprender observando, nuestros instructores ofrecen muchas indicaciones físicas.
Supongamos que Yoli va caminando con su cabeza gacha, los brazos cruzados y los hombros encogidos.

Como ese lenguaje corporal pasivo y cerrado hace lucir a Yoli como una posible víctima, mi objetivo es que ella aprenda cómo hacer que su cuerpo proyecte fuerza, atención y confianza.

Pongo mi mano justo por encima de la cabeza de Yoli y le digo: “Empuja mi mano con tu cabeza”.

Mientras ella levanta su cabeza hacia mi mano, yo sigo elevando mi mano hasta que ella se enderece y se estire bien.

Para ayudarla a relajar sus hombros le digo y a la vez lo hago: “Levanta los hombros bien alto y ahora suéltalos, así. Si es necesario, puedo levantar sus hombros con mis manos y luego dejarlos caer hacia abajo.

Por último, me paro detrás de Yoli y digo: “Voltea para verme”.

Si Yoli no puede girar su cabeza sin girar todo el cuerpo, hago que se siente en una silla y me paro detrás de ella, para que voltee a verme. Una vez que ella puede hacer esto, Yoli puede girar su cabeza hacia atrás para verme, mientras estoy parada y luego otra vez, mientras me alejo.

Si Yoli es ciega o tiene una deficiencia visual, le explico que mostrar a las personas que te das cuenta dónde están es más seguro que parecer que no te das cuenta. Aunque no vea, Yoli puede girar su cabeza.

“Estoy fingiendo para que practiquemos”

Las personas con emociones inmediatas y razonamiento concreto necesitan que se les recuerde que están sólo simulando durante los juegos de rol. De otro modo podrían confundirse.

Una vez, en un aula de tercer grado, un niño llamado Pablo con síndrome de Down se ofreció a ayudarme con un juego de rol para poner límites con respecto al contacto físico no deseado.

Pablo había participado perfectamente durante todo el taller, y él no tuvo inconvenientes con los dos primeros niveles del juego de rol. Él me sacó la mano de su hombro y me dijo que me detuviera.

Entonces fingí que me había ofendido y dije “¡Me siento tan triste! Si me quieres, me dejarás tocar tu hombro”.

El rostro de Pablo se llenó de compasión. Él corrió inmediatamente hasta mí extendiendo los brazos para abrazarme, porque no quería ponerme triste.

Finalmente, pude persuadir a Pablo de que yo me encontraba bien y que quería que él me pusiera un límite firme aunque yo me viera triste. Lo convencí de completar el juego de rol explicándole que necesitaba aprender cómo decirle a alguien que se detenga aunque esa persona se pusiera triste, en caso de que alguien hiciera algo que a él no le gustara.

Sin embargo, durante el resto del taller, Pablo siguió viniendo a mí y me daba palmaditas en la espalda para reconfortarme y asegurarse de que estábamos bien.

A partir de ese día, todos los instructores de Kidpower, cada vez que parece importante recordarlo, comienzan sus prácticas diciendo: “Voy a fingir para que podamos practicar”. Tenemos cuidado especialmente cuando actuaremos enojados por cualquier motivo, o diremos cosas hirientes.

Gestión de los abrazos

A veces las personas se ponen en peligro o sobrepasan los límites de los demás por ser excesivamente cariñosos.

Supongamos que Yanina no puede resistirse a dar abrazos largos e intensos a todo el mundo. No bastará decirle a Yanina que no abrace a todo el mundo. Es más probable que deje de hacerlo si practica una conducta diferente con la que pueda reemplazar la de abrazar. El plan de gestión de abrazos que plantearíamos con sus maestros y padres incluiría ayudar a Yanina a desarrollar la habilidad de saludar con su mano, caminar con calma, preguntar antes, dar abrazos cortos y suaves, aprender algunas frases para saludar y estar de acuerdo si alguien no quiere abrazos.

En público, Yanina puede practicar saludar a otros con la mano cuando los adultos están de acuerdo y caminar calmadamente a su lado con los brazos a los costados, si dicen que no está permitido.

En los entornos con personas que ella conoce, Yanina puede aprender a preguntar: “¿Me das un abrazo?”.

La persona que practica con ella puede decir, “No, gracias”.

Yanina puede practicar y decir: “¡Bueno, está bien!”.

El adulto de Yanina puede invertir la práctica y entonces le pedirá un abrazo a Yanina y ella practicará diciendo “¡No, gracias!”.

A veces la persona que practica con Yanina querrá decir: “Claro que sí, vamos a darnos un abrazo”.

Entonces se guiará a Yanina para que diga: “Gracias”. Ella puede practicar dando un abrazo corto y suave.

Según su edad y donde se encuentre, si Yanina siente la necesidad de abrazar, puede abrazar una chaqueta o un muñeco. En ámbitos más privados ella puede aprender cómo abrazarse a sí misma. Ella puede ser alentada a encontrar otra cosa que reemplace el abrazo, por ejemplo ayudar a preparar las cosas para una actividad especial.

El poder de obtener ayuda

Las ideas simples pueden hacer una gran diferencia. Una vez en un taller para niños sordos, todo lo que dijimos fue interpretado en lenguaje de señas por su maestra.

Esta maestra me escribió que el día después de nuestro taller, una de sus alumnas de seis años le expresó en señas: “Kidpower dice que los problemas no deben ser secretos”. Luego, la niña le mostró a su maestra las marcas que tenía en su trasero por el cinturón de su padre.

En este caso, los servicios de protección infantil hicieron una intervención muy exitosa con esta familia, ofreciendo educación y garantizando que uno de los miembros de la familia aprendiera el lenguaje de señas, para mejorar la comunicación en el hogar.

La carta de la maestra terminaba así: “Esta niña estaba sola y asustada. Ahora conoce el poder de obtener ayuda. Gracias a ustedes, aprendió el lenguaje para comunicar cuál era el problema, y gracias a todos nosotros, esta familia se ha beneficiado”.

Las lecciones de Sofía

Sofía tiene parálisis cerebral grave y no puede moverse mucho ni hablar sin ayuda. Ella usa una silla de ruedas eléctrica y tiene un tablero de comunicación con una computadora que habla por ella, a medida que ella va presionando, con dificultad, las letras. Sofía tiene una hermosa sonrisa, un espíritu alegre, y una mente muy creativa.

A los 10 años de edad, Sofía llegó con su madre a un taller para padres e hijos. Mientras otras familias estaban haciendo sus prácticas juntas, yo trabajaba con Sofía y su madre para averiguar cómo adaptar nuestras habilidades a su situación. Acordamos algunos nuevos signos sobre la seguridad que podrían añadirse a su tablero y cómo reprogramar su computadora para que Sofía pudiera gritar por ayuda presionando un botón en lugar de varios.

La mirada radiante de Sofia no se apartaba de mí. Ella podía levantar sus manos un poco para indicar un límite. Podía hacer un ruido fuerte para gritar. Incluso podía zafar de mi mano si yo la agarraba, luego de tomar un poco de tiempo para que aprendiera el patrón de movimiento. Juntas, ella y yo demostramos la señal de Parar para todo el grupo. Yo hice como si me acercara para molestarla. Entonces Sofía levantó su brazo hacia mí con un gesto de “Parar” y gritó. Cuando hablábamos sobre bullying, Sofía le pidió a su madre a través de una combinación de lenguaje de señas y mutuo entendimiento que contara sobre un incidente en la escuela, cuando una niña más grande le desactivó la batería de su silla y la dejó en un hall desierto en un recreo.

Sofía hizo mucho ruido con su voz y, eventualmente, un maestro la encontró y la ayudó. “Sofía tiene una tendencia paranoica de todos modos”, dijo su madre con naturalidad “y eso realmente la angustió”.

Dentro de mí, yo suspiré pensando qué triste que una madre tan bondadosa y diligente le atribuyera un rótulo tan destructivo como “paranoica” a su valiente hija, posiblemente porque algún experto le había dicho que tener miedo en una situación difícil era paranoia.

Acerqué una silla para que Sofía y yo pudiéramos vernos cara a cara y le hablé directamente con una sonrisa y mirando ocasionalmente a su atenta mamá para incluirla, y dándole tiempo a Sofía para responder con su mirada y gestos a mis comentarios.

“Sofía”, le dije. “no hace falta que me digas que a veces la vida es injusta y que las personas pueden ser muy crueles. … Lamento mucho lo que te sucedió, debió ser horrible. Yo también me hubiera asustado muchísimo. … ¡Pero mira cuán poderosa fuiste! Pudiste hacer suficiente ruido para que un profesor, que estaba en su aula con mucho ruido, te escuchara y llegara para ayudarte. … Creo que necesitamos agregar un nuevo signo a tu tablero, que describa cómo activar tu silla de ruedas por si alguna vez necesitas ayuda como en ese momento. … Además, no creo que seas paranoica. Creo que eres valiente.

Mientras Sofía sonreía radiante, me dirigí a su madre y le dije: “Usted tiene una hija muy valiente. Estoy segura de que se siente muy orgullosa de ella”.

Su madre pareció aliviada y dijo: “¡Sí, me siento orgullosa!”.

Al centrarnos en lo que resulta bien, podemos reestructurar el modo en que alguien se siente sobre algo que salió mal.

Las lecciones de Seba

Seba utiliza una silla de ruedas eléctrica en la escuela porque la mitad inferior de su cuerpo está paralizada. Cuando me reuní con él a la edad de 11 años, Seba tenía una sonrisa traviesa, el pelo claro y ensortijado, una mirada seria y un sentido del humor explosivo.

Seba me contó sobre un chico nuevo en el grado superior al suyo, que se interponía en su camino a propósito durante los recreos entre clases. Este muchacho trataba siempre de subirse atrás de su silla para dar un paseo.

La madre de Seba me miró con inquietud y dijo con voz preocupada: “No sé si Seba pueda hacer algo. Después de todo, él está bastante indefenso”.

“Hmm. ¡Yo no lo veo para nada indefenso!” dije. “Vamos a empezar con el problema del paseo en la silla de ruedas. Supongamos que yo soy ese chico. … Intenta decir en voz alta, “¡No toques mi silla!'”.

Seba repitió estas palabras y levantó sus manos para crear un límite.

“Deja una mano en los controles, Seba”, le dije. “Ahora supongamos que el chico se sube a tu silla de todos modos. ¿Puedes hacerla retroceder de repente?

Seba abrió grandes los ojos y comenzó a reír.

“Puedes decir, “¡Uy! ¡A veces no puedo controlar esta cosa!”.

Seba comenzó a rugir de esa forma tan maravillosa en que los chicos de esa edad suelen hacer, desternillándose de la risa.

Nos pusimos de acuerdo en practicar con su mamá, para que él diera solo un sacudón hacia atrás y no fuera a atropellar al chico. Después de todo se supone que era una técnica para detener el bullying de alguien que te está molestando y no un movimiento extremo de defensa personal que podría lastimar a un atacante. Seba jugaba al fútbol con su silla de ruedas, así que estaba segura de que podía manejar bien este movimiento.

Discutimos la posibilidad de colocar un cartel en la parte posterior de la silla que advirtiera:”¡Peligro! ¡No tocar!”. ¡A Seba le encantó la idea de que su silla de ruedas fuera un peligro!

Cuando nos reunimos nuevamente con el resto de la clase, Seba compartió encantado su historia y las soluciones que habíamos encontrado. Luego practicamos como si estuviéramos en el hall de su escuela. Me interpuse en su camino y él practicó levantar una mano en señal de detener, mientras la otra seguía sobre sus controles y él decía: “¡Fuera de mi camino!”.

Los otros niños del grupo me dieron ideas de lo que el agresor podría decir, como “No me digas”. “No puedes detenerme”. “Oblígame”.

Guié a Seba para que no iniciara un diálogo y se desplazara en un arco girando a mi alrededor, mientras yo hacía como si fuera el chico que quería molestarlo. “Pero si te estás alejando y él vuelve a interceptarte y tú chocas con él, ¿eso sería tu culpa o la de él?

Seba pensó un momento y dijo: “Suya”. Él volvió a reír ante la idea de poder decir “¡Uy!” si llegara a chocar con su peligrosa silla de ruedas con alguien que quisiera molestarlo.

Reestructurar un rótulo negativo como “incapaz” es una poderosa herramienta que puede cambiar la visión del mundo para un niño.

Lecciones de Elena

Somos capaces de crear seguridad emocional de muchas maneras, grandes y pequeñas, yendo al encuentro de nuestros alumnos allí donde estén. En un taller para alumnos secundarios con retraso en el desarrollo, provenientes de hogares de habla hispana, fui preguntando a cada alumno en la ronda su nombre, edad y que me dijera una cosa que ya supieran sobre mantenerse seguros.

Todos estos niños podrían hablar en frases simples y sabían suficiente inglés para comunicarse. A mitad de las presentaciones, una muchacha llamada Elena bajó su cabeza cuando llegó su turno y comenzó a llorar.

“Elena es muy tímida,” dijo la maestra, que fue respaldada por varios de los chicos. “No va a hablar con usted.”

Me moví para quedar frente a Elena, para que no tuviera que mirarme a través de la enorme sala llena de personas que estaban diciendo que ella era demasiado tímida para hablar. Bajé mi cabeza hasta el nivel de su mirada para que nuestros ojos pudieran encontrarse. Le sonreí y le pregunté: “Tu nombre es Elenan ¿no?”. Ella asintió con la cabeza.

Me levanté un poco y sus ojos siguieron conectados a los míos. “¿Tienes 12 años?” le pregunté. Elena asintió de nuevo.

Me puse de pie completamente. Elena me seguía mirando, y entonces pregunté. “Callar a veces es una forma de estar a salvo, ¿cierto?”.

Esta vez, Elena asintió sonriendo un poco y comenzó a participar junto a sus compañeros.

Me aseguré de poner a Elena en mi pequeño grupo de práctica cuando llegamos a la técnica del Basurero. “¿Sabes qué, Elena?” le dije de un modo casual. “Yo también soy muy tímida. Sé que no lo parece cuando estoy enseñando, pero muchas veces siento ganas de esconderme, irme por un agujero y desaparecer. Cuando tenía tu edad, a veces no hablaba en la escuela. ¿Puedes creerlo?”.

Elena asintió con la cabeza, un poco pensativa.

Entonces le dije: “Prepara tu Basurero para que practiquemos botando las palabras “Eres demasiado tímida, ¿qué te parece?”

Elena preparó rápidamente su Basurero y me miró de frente. “Elena”, le dije con severidad, “¡eres demasiado tímida!”

Ella tiró las palabras a la basura.

“Ahora”, le dije, “di estas palabras para ti misma: “¡Ser tímida me ayuda a sentirme segura! Por favor, ¿puedes decir eso?”.

Ella lo hizo y entonces le hice un cumplido para que ella lo recibiera. “Elena, creo que eres genial, tal cual eres”.

Al final del taller, Elena estaba corriendo y gritando, al igual que el resto de los niños.

Lecciones de Carlos

Alguien que es muy lento para hablar y parece lento para comprender a veces puede comprender las cuestiones en un nivel muy profundo.

En un taller para adolescentes con retraso del desarrollo, un muchacho que llamaré Carlos alzó su mano para ofrecerse a usar la técnica del Basurero, que yo había demostrado. Sus profesores parecían preocupados porque pensaban que él no entendía la práctica y tenían miedo de que él se confundiera.

Carlos se acercó tambaleándose hasta mí. Con paso vacilante, se paró junto a mí y el gran basurero que teníamos junto a nosotros en el piso.

“¿Existe algo malo que te digas a ti mismo o que otras personas te digan, y que quieras practicar cómo tirar a la basura?”, le pregunté, extendiendo mi mano para ayudar a Carlos a mantener el equilibrio.

Ante la expectativa de todos, Carlos tomó mi mano e hizo una pausa que pareció una eternidad de tiempo. Luego dijo muy lentamente, “Yo… yo… yo… ”

Aunque sus palabras no salían rápidamente, los ojos de Carlos estaban atentamente fijos en los míos. Solté su mano para que pudiera estabilizarse sobre sus pies y esperé en silencio.

“Yo”… continuó, luchando para decir cada palabra, “Yo quisiera… … … … yo quisiera ser diferente”.

Al igual que todos los adultos presentes, tuve que contener mis lágrimas. “Muy bien, Carlos”, dije con firmeza. “Quiero que botes esas palabras ‘Yo quisiera ser diferente’ a la basura”.

Le mostré cómo hacerlo y luego Carlos lo hizo también, utilizando ambas manos.

“Ahora”, le dije enfáticamente, “quiero que te digas a ti mismo ‘¡Estoy orgulloso de ser quien soy!’.” Me di unas palmaditas en el pecho para mostrarle cómo recibir las palabras.

Carlos dejó de tambalearse. Él se mantuvo firme y erguido, puso su mano sobre su corazón, y dijo lentamente, “Me siento orgulloso… … …… … … ¡de ser quien soy!”.

Todos aplaudieron a rabiar, ovacionando a Carlos mientras volvía a su asiento.

Para obtener más información sobre los recursos de Kidpower para enseñar estas habilidades y estrategias de seguridad social y protección infantil, visite nuestra Biblioteca en Línea y nuestra Librería RelationSafe™.

Te invitamos a descargar este artículo destacado para tu uso personal, e imprimir una (1) copia gratis - siempre y cuando mantengas el PDF “tal y como está” y no lo publiques o compartas electrónicamente, de acuerdo a nuestros Términos y condiciones de uso. Al completar este formulario, aceptas recibir correos electrónicos de Kidpower y entiendes que puedes darte de baja en cualquier momento.
Recibirás un correo electrónico con un enlace seguro y encriptado para descargar el PDF. Por favor, considera realizar una donación para apoyar a nuestros recursos en línea gratuitos.

 

Derechos de autor © 2020 - presente. Todos los derechos reservados.

Fecha de Publicación: May 20, 2020   |   Última actualización: May 20, 2020


Traducción de María Gisella Gámez