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Al igual que innumerables personas, me siento profundamente triste frente al trauma, el sufrimiento y la destrucción causados por la guerra, los desastres naturales, la violencia y el abuso en las familias y comunidades, las enfermedades que ponen en riesgo la vida y los accidentes fatales.
¡¡¡Y desearía con todo mi corazón poder hacer más para ayudar!!!
Cuando era niña, caminando por el desierto que era mi hogar, solía soñar con salvar el mundo, con tener de alguna manera el poder mágico de hacer que nadie fuera cruel con nadie y que todos actuaran correctamente con los demás, con cada ser y con cada parte de nuestra hermosa Tierra.
Mi perrita Bonnie perseguía liebres que eran más grandes que ella (afortunadamente nunca atrapaba ninguna) y luego corría jadeante hacia mí para que la acariciara.
En lugar de ver la arena, las rocas, los arbustos de artemisa, las colinas cercanas y la vista lejana de las montañas que me rodeaban, imaginaba que detenía todas las guerras y cualquier gran terremoto, que traía de vuelta a los miembros que mi familia perdió en el Holocausto y que me aseguraba de que la gente que se moría de hambre tuviera suficiente buena comida para alimentarse.
Me sentía muy bien al creer por un momento que tenía esa clase de poder.
Y, desgraciadamente, ¡es casi seguro que NO me hubiera ido bien si de verdad lo hubiese tenido!
Tuve que atravesar muchas experiencias difíciles a lo largo de muchos años antes de llegar a aceptar mis límites y descubrir cómo reconocer y aplicar con sabiduría y plenitud los poderes que yo (al igual que todos nosotros) tengo.
Todos tenemos el poder de:
- aprender; amar; ser bondadosos; conectar; respetar;
- escuchar profundamente y tratar de entender; dar; enseñar;
- pedir ayuda cuando la necesitamos;
- reconocer y agradecer a quienes nos ayudan en nuestra vida, aunque no sean perfectos;
- descubrir nuestros propios valores y mantenernos fieles a ellos;
- cuidar de nuestros seres queridos y de nosotros mismos;
- abogar por aquello que creemos importante;
- elegir nuestras batallas; mantenernos atentos; reconocer y alejarnos de los problemas;
- ser estratégicos y reducir nuestros riesgos en caso de no poder alejarnos de una situación peligrosa o si decidimos que necesitamos quedarnos allí;
- gestionar nuestros desencadenantes emocionales para poder pensar con claridad y mantenernos en control de lo que decimos y hacemos;
- poner la seguridad antes que el prestigio y la fortuna, y de los sentimientos incómodos como el miedo de molestar, fastidiar u ofender a alguien;
- estar atentos ante posibles emergencias y prepararnos para ellas;
- aceptar los desengaños y elegir cuándo no rendirnos y cuándo soltar;
- persistir al establecer límites, aunque las personas no escuchen o se molesten;
- usar nuestro tiempo, energía y recursos con sensatez;
- ser cuidadosos al elegir en quién confiar y ser realistas al respecto de lo que se les puede confiar y lo que no;
- encontrar, atesorar, celebrar y apoyar a aquellas personas que hacen de nuestro mundo un mejor lugar;
- pedir ayuda y seguir pidiendo hasta obtener la ayuda que necesitamos;
- orar, si creemos en la oración;
- generar y enviar buenos pensamientos, cualesquiera sean nuestras creencias;
- afrontar con coraje las cosas tristes o difíciles que no podemos cambiar; y
- cuando decidimos que es lo correcto para nosotros, tomar acción para cambiar todo aquello que sí podemos cambiar.
Estos poderes tienen su propia magia para ayudarnos a disfrutar y aprovechar al máximo nuestra vida.
Les deseo a cada uno de ustedes paz, esperanza, salud, seguridad, amor y felicidad, siempre.
– Irene van der Zande, Fundadora y Directora Ejecutiva de Kidpower
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Fecha de Publicación: 1 de marzo de 2022 | Última actualización: 13 de deciembre de 2022